«Me he inspirado en la naturaleza que viste mi vida cotidiana. Vivimos encima del Garona y el río inunda nuestras vidas. Cada día es diferente, cada amanecer, cada atardecer, los colores se multiplican en las ondulaciones del río. He recogido en el vestido los reflejos en el agua al nacer el día.

Digo siempre que yo creo espacios para albergar otros espacios.

En mi trabajo, reflexiono sobre la relación entre el espacio habitado y la construcción de una identidad. La arquitectura, el espacio creado por el ser humano para ser habitado, fue mi primera fuente, pero también la naturaleza puede ser ese espacio, ese medio vital que construye la identidad del ser humano.

Precisamente, Gaudí introdujo la naturaleza en la arquitectura de una forma inédita hasta entonces; vivir en los espacios de Gaudí no puede ser, de ninguna manera, anodino o sin consecuencias. Todo en este proyecto concordaba de manera sorprendente con los conceptos que nutren mi obra. La naturaleza inspira una arquitectura, en la que se inspira la estructura del vestido en el que finalmente he recogido, de nuevo, otra naturaleza.

Esta vez, el espacio en el que he pintado ha sido creado por otro. A través de lo que vestimos, nos ven los otros; el vestido es, de algún modo, otro espacio habitado y un testimonio de quién queremos ser. Me gusta esa idea de transmisión que se hace realidad en el arte. Hay algo de Manuel que yo he hecho mío, como algo de Gaudí hizo suyo Manuel, creando estos vestidos. Algo de los tres vive en esta obra. Otra persona lo vestirá y seremos cuatro».