La obra «Montjuik XXV» se crea como una forma de confluencia entre la historia, el futurismo y la técnica experimental. Esta pieza, un vestido pintado con acrílico fluorescente, nos transporta a una visión del siglo XXV, donde la humanidad, tras sobrevivir sucesivos holocaustos autoinfligidos, ha resurgido y reconstruido sus ciudades desde las cenizas.

El núcleo de la obra es un edificio reconstruido sobre las ruinas del histórico Palacio de Montjuïc en Barcelona. Esta representación no solo actúa como un puente entre el pasado y el futuro, sino también como un testimonio de la resiliencia humana y la capacidad para reinventarse en la adversidad. El edificio, en todo su esplendor futurista, brilla con una luminosidad que simboliza esperanza y renovación.

La técnica utilizada, combinando pintura acrílica con colores fluorescentes, crea una dualidad visual evidente. Durante el día, los detalles arquitectónicos y la majestuosidad del edificio cobran vida con colores vibrantes y texturas meticulosamente trabajadas. La escena diurna nos muestra un panorama post-apocalíptico donde la naturaleza y la tecnología coexisten en armonía, reflejando una sociedad que ha aprendido de sus errores y se ha adaptado.

Sin embargo, es en la oscuridad donde «Montjuik XXV» revela su verdadera magia. El edificio resplandece con una luz etérea, casi sobrenatural, que transforma la percepción del espectador. La estructura sobre valorada, ingrávida y llameante, añade un elemento de ciencia ficción que desafía las leyes de la física y nos invita a imaginar un futuro donde lo imposible se ha vuelto posible.

El papel del vestido como lienzo es particularmente significativo. Este medio inusual no solo desafía las convenciones de la pintura tradicional, sino que también añade una capa de simbolismo. El vestido, prenda que envuelve y protege, se convierte en una metáfora de la humanidad abrazando su propio renacimiento, cubriéndose con la historia y el futuro simultáneamente.

En conjunto, «Montjuik XXV» es una obra que invita a la reflexión profunda sobre la evolución humana, la destrucción y la reconstrucción, y la capacidad interminable de soñar con futuros mejores. La presentación de esta obra en el propio Montjuïc añade una capa de resonancia histórica y emocional, haciendo de esta exposición una experiencia inmersiva e inolvidable.

Esta obra es una declaración de optimismo y un recordatorio de que, incluso en los tiempos más oscuros, la luz de la creatividad y la innovación puede guiarnos hacia un mañana más brillante.